jueves, 11 de noviembre de 2010

Obsesión.

Dejaste miel impregnada en mis labios y me embrujaste con tu perfume melocotonero. Cegaste mis ojos con sutiles palabras, y sellaste mi mente con una sonrisa. Maniatado me dejaste sin reproche alguno por mi parte, me gusta que juegues conmigo. Arañaste hasta desgarrar mi alma con tus aires de superioridad, no se me permitio queja ante tu control sobre mi. Siempre supiste como arrasar con mis defectos, los dejaste calcinados fuera de las sabanas de tu cama. El dolor lo convertiste en algo divertido, en algo que se arreglaba solo en mi habitación. Ganaste todas las batallas que me declaraste, es lo malo de sucumbir siempre a tu mirada. Continuo esclavizado de tus deseos, y de mis sueños.

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