miércoles, 3 de noviembre de 2010



Lentamente, fui abriendo los ojos, seguidos de un pequeña sonrisa producida al verte con la cabeza apoyada sobre la almohada. Pensar que estaba tan pegado a ti, hizo que un pequeño cosquilleo me recorriera todo mi cuerpo. Escuché atentamente tu pausada y calmada respiración, y llegaba hasta mi tu dulce aliento. Entraban por la ventana los primero rayos de luz, y decidí levantarme para darte una sorpresa. Cuidadosamente, para no despertarte, salí de la cama y me puse dirección a la cocina. Preparé un par de tostadas, alguna magdalena que tenia por aquí, un zumo y una pequeña notita.

Mientras iba hacia la habitación, no pude dejar de pensar en lo irreal que parecia toda esta situación, tú, justamente tú, estabas sobre mi cama, en mi habitación, me invadió una tontísima risa al venirme la idea a la cabeza, de que todo esto, parecía una pelicula. Entré en la habitación, y me senté a tu lado con la pequeña bandeja. Dediqué unos segundos a pasear mi vista por tu cara... demasiada perfección diria yo. De repente, despertaste, y me sonreiste. Yo te devolví la sonrisa. Sin decir nada, te di la bandeja, y me miraste fijamente a los ojos, esos bellisimos ojos. Callado, hice un gesto para que empezaras a desayunar, y le diste un mordisco a la tostada. Pusiste una cara como de sorpresa, y cogiste la tarjetita. Me volviste a mirar,iba a decirte algo, pero, tu dedo indice sello mis labios para que no pronunciara ninguna palabra. Dejaste la bandeja a un lado y te acercaste lentamente hacia mi. Reconozco, que en ese momento, creia que iba a estallar de los nervios. Pero cuando tus labios se juntaron con los mios, apaciguaron el nerviosismo, para dar paso a unos latidos acelerados.

De la nada, empecé a escuchar un extraño sonido que provenia de no se donde. Me separe sobresaltado, y te pregunté: ¿qué es eso?. Respondiendome asi, que no tenias ni la menor idea. Me volvi a quedar embobado en tus ojos, pero el misterioso sonido no dejó de sonar. Alargue mi mano para acariciar tu mejilla, pero entonces, te atravese como quien intenta tocar el aire. De golpe, me levante sobresaltado de la cama y miré el despertador. Lo apagué, y cojí la pequeña notita que te escribí justo antes de quedarme dormido: Me haces muy felíz, te quiero.

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