miércoles, 24 de abril de 2013

S. Jordi.

Nunca he sabido que hacer en situaciones como esta, la verdad es que no nos preparan en el colegio para esto. Asi que me senté y poco más. El mismo día que todo ocurrió me pasó lo mismo, ¿qué hay que hacer en situaciones cómo esta? Veía como todos a mi alrededor se desgarraban ellos mismos y yo simplemente observaba sin hablar. No entendía nada de aquello. Creo que tampoco lo había aceptado. Abrazaba a la persona que tenía más cerca pensando que así podría ayudar. Me equivocaba. Pero hoy era un día especial, o así yo lo considero. Por algo he vuelto a verte. Y nada ha cambiado desde que todo cambió, suena estúpido. Pero por algo que te hacía especial he querido "celebrar" este día. He querido traerte de nuevo una milesima de segundo a mi lado rozando páginas de un libro. Y me senté a hacer exactamente lo mismo que hice aquel día, quererte.


Feliz San Jordi.
Te quiero.

sábado, 20 de abril de 2013

Inestables



Es posible que pensemos que nuestro mayor sustento somos nosotros mismos, y puede ser que sea en cierto modo verdad. Pero también pienso que nosotros mismos somos trocitos diversos, no sé si me explico, pero considero que hay algo más que “uno mismo” que nos completa. Nos complementa. Y nos sostiene en los peores de los casos. Es verdad, que solamente uno mismo tiene el poder de decidir, de pensar, de actuar, de hablar. Lo influyente de lo que te rodea sólo debe ser una sugerencia, un susurro que te haga confirmar lo que para ti es evidente, lo que ya sabías. Pero cuando ese susurro desaparece nos sentimos perdidos. Y a veces de manera literal. Y no nos damos cuenta que hay necesidades a veces que superan a respirar. Que hay casos equiparables, hay personas que se convierten en tus extremidades, en tus sentidos, en tu sangre. Que si nos falta algo importante cojeamos.

miércoles, 17 de abril de 2013

Duermevela



La distancia entre ambos me parecía eterna, incalculable. La cama debía medir kilómetros infinitos porque no notaba ni siquiera su presencia a mi lado. No sé si dormirá, pero yo estoy con los ojos bien abiertos, hecha una bola. No entiendo nada, llevo su mirada en mi mente todo el día, esos ojos… Y no se marchan. Y ahora no sé que me está pasando, debería dormirme y sin embargo no puedo dejar de pensar que a menos de un metro tengo una espalda que quiero acariciar. Si no puedo dormir no pienso perderme las estrellas de esta noche. Salgo sigilosa, como un gato, y me deslizo por el pasillo hasta llegar al porche. Qué maravilla. He salido de las sábanas para sentirme arropada por un manto de estrellas que me observa desde lo alto. Sonará ridículo, pero cada vez que me detengo a mirar una estrella me recuerda a un verso distinto. Empiezo a tener frío y creo que debería intentar dormir. Vuelvo pasito a pasito y cuando me introduzco en la cama noto algo raro. Algo ha cambiado. No es igual, intento pensar en qué hay de diferente. Me giro bruscamente y de pronto noto tu respiración chocando contra mi pecho. No veo nada, pero tu aliento choca de lleno. De pronto, noto un movimiento, y deslizas entre la penumbra tu mano hasta rozar mi pierna. Y la acomodas entre mis muslos. Recorro con mis dedos el camino de tu brazo hasta llegar a tu hombro. Repaso tu cuello y tu mejilla. Sin darnos cuenta empieza un baile de máscaras, de caricias, en busca de un tesoro que no existe paseamos nuestras yemas. Pero el concierto comienza cuando tus labios se posan sobre mi piel, y cientos de acordes suenan al unísono. Qué maravilla. Y tu boca sale de caza sobre mis pecas y lunares, se divierte clavando tus dientes sobre la nieve ya deshecha. Creo que he perdido el conocimiento un instante, porque me sorprende sentir tu aliento contra el mío. Pero todo termina muy rápido, y cómo quien acelera una película, amanece y trascurren las horas a una velocidad de vértigo. Y me encuentro tumbada en mi cama, mirando el techo. Y discuto conmigo misma sobre el sueño tan real, sobre una realidad onírica. Cierro los ojos, y acaricio la marca de tus colmillos.

martes, 9 de abril de 2013

By.

Creo que es la única persona que ha conseguido que me sintiera feliz y  que también ha conseguido derrurmbarme. Ha tenido como todo el control sobre mi.