sábado, 22 de enero de 2011

El frío.

Su madre seguía preocupada. Sentada a los pies de la cama esperando a que Daniela pronunciase alguna palabra.

Había pasado ya varías horas desde que llegó a casa, y seguía ahí, tumbada mirando la pared, con los ojos cerrados,los brazos pegados al pecho, y las piernas encogidas. No había abierto la boca todavía, y su madre ya no sabía lo que hacer. "Daniela, por favor, ¿qué te ocurre cariño? No puedes estar así". Había repetido miles de veces, pero Daniela parecia ausente, como en otro mundo, como si solamente su cuerpo siguiera en aquella minuscula habitación, y su mente estuviera en otro lugar muchísimo más alejado de allí. Su madre paso su mano por su espalda, fría como como el hielo, aun estando a 27 grados y en verano. No podía comprender que estaba sucediendo.
Se aproximo más a ella, y la abrazó suavamente, rodeandola y susurrandole al oido que ya pasó todo. Y entonces se asustó. Daniela estaba completamente congelada de pies a cabeza, pero podía sentir un leve latido en lo más profundo de su interior.

"¡DANIELA, DESPIERTA DESPIERTA! debemos ir al médico, tu no te encuentras bien, estás demasiado fría!"

Su madre la cogio y la llevo en brazos para llevarla al coche, entonces, Daniela abrió ligeramente la boca y dejo pronunciar un casi inaudible murmullo.

"Mamá... ¿sigo viva todavía?"

A lo que su madre respondió: Claro cariño, pero ¡¿qué tonterías estás diciendo?!

"Es que, siento mucho frío mamá y ya no siento como late el corazón..." Fueron las últimas palabras que pronunció antes de perder el conocimiento.

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