sábado, 18 de diciembre de 2010

Good Luck

Terminé de meter las últimas camisetas en la maleta y la cerré rapidamente. La agarré con fuerza, mientras apretaba mi labio inferior con rabia. Ya está, hacía ya tiempo que esto iba a pasar, y ya ha llegado. Recorrí el largo pasillo que se me hizo eterno, parandome en cada una de las habitaciones, y cuando me crucé en el espejo me quedé mirandolo fijamente. Cuanto había cambiado todo, que diferente, pero las cosas son así, y estas cosas pasan. No aparté la lágrima que iba cayendo lenta, y abrí la puerta para despedirme para siempre de aquella la que había sido mi casa, cuyos recuerdos viajarán conmigo en cada momento. Baje las escaleras y llamé a un taxi para que me llevara a la estación. Ya había estado allí varias veces, despues de tantas discusiones absurdas, pero esta era la definitiva, puesto que no podía permanecer allí. Se aproximó el tren, y vacilando un poco, finalmente subí, no había vuelta atrás. Me senté en el primer asiento que vi, y mirando por la ventanilla el sol que se iba asomando por el frondoso bosque de pisos, no pude más y eché a llorar. Note una fría presencia acariciando mi cuello hasta la nuca, primero me asusté, pero luego supe quien eras. En ese instante no me salieron las palabras. Y te marchaste. Adiós, es lo único que pude decir, y buena suerte.

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