martes, 26 de abril de 2011

Tenía los ojos rojos como el carmín de aquella chica del banco besando a aquel chico despeiando. Rojos, como el rubí, como el muñequito que espera en los semáforos, como sus tan desgastados zapatos. Tan rojos como la sangre que casi no podia fluir en sus venas, rojos como el vino tinto que derramaba de su copa rota.

Siempre, siempre: "es el cansancio", "es de dormir poco, el imnosnio", "es de la piscina", "es de la alergia", "es de esta horrible congestion", "es de mirar al sol", "es del frío"... nunca, nunca será de la verdad.

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