miércoles, 9 de febrero de 2011

Como el mar

Otra ola chocó contra la fría piedra que separaba la tierra del mar. Allí estaba, mirando la fina linea del horizonte, que determinaba el principio y el final del cielo. Muchas horas había pasado yo allí junto a ella, muchísimas. Han pasado ya tres años desde que te marchaste, ha llovido demasiado, y no ha parado de llover. Otra ola choca contra la piedra, y salpica mis pies. Recuerdo cuando estuvimos allí por primera vez, llevabas la chaqueta que te regalé por tu cumpleaños una semana antes. Fue entonces cuando decidimos que aquel, y no otro, sería nuestro lugar, solamente nuestro. Y lo sigue siendo, sólo que tu ahora lo disfrutas desde otros ojos más alejados de los mios. Yo lo guardo en el recuerdo para no perderlo. El cielo sigue teniendo el mismo azul encapotado que cuando lo vimos por vez primera, no ha cambiado nada, en aquel lugar. En cambio nuestras vidas, más bien la mía, es totalmente diferente. Supongo que tu lo recordarás, yo no puedo parar de soñarlo. Una y otra vez, aquella caja con nuestras promesas que quedó tirada en el profundo mar, el beso que nos regalamos después, aun lo vivo en mis sueños cada noche. Pero ya no estás, te marchaste, y aunque ya no volverás, yo seguiré amandote, porque asi lo prometí en la pequeña cajita que lanzamos al mar. No pienso romper mi promesa. Al igual que sigo cumpliendo el venir cada domingo desde entonces a visitar nuestro lugar especial, y aquí estoy de nuevo, con un aspecto más maduro, con unos rasgos que ya marcan mi edad. Rompío mis pensamientos la pequeña alma que vino correteando desde lo lejos. Tan delicada, y posó sus labios en mi mejilla helada. Me recuerda a ti, en su rostro, su olor, su voz, en todo. Es tu viva imágen, viva.

-Papá, ¡sabes como el mar!-me dijo trás retirar sus labios de mi cara.

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