martes, 1 de febrero de 2011

Arcángel

Gabriel estaba sentado en mitad de las nubes contemplando la Tierra. Llevaba vario rato ya en su mente sonando la misma melodía y la tatareaba sin cesar. Se levantó de su asiento y se dio la vuelta. Su respiración se cortó de pronto y los ojos se le llenaron de lágrimas. La canción de su cabeza no desapareció en ningún momento. Todo daba vueltas de una forma muy rápida, hasta que empezó a marearse y cayó golpeando su cabeza contra la silla en la que se sentaba, perdiendo el conocimiento.

Su padre, entró rápidamente en su cuarto y mientras lo cojía angustiado entre los brazos, escucho dos últimas palabras que le congelaron el alma: te odio.

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