sábado, 7 de enero de 2012

       No puedo olvidar el frío. No consigo alejar de mi el frío.
     Tragué sin dificultad la pastilla, y tras cuatro pasos me introduje entre las sábanas y edredones. No me sorprendió encontrarme allí al frío, acurrucado en mi espalda. Me hice diminuto. Coloqué una mano bajo la almohada, y la otra entre las rodillas, mientras tiritaba. Mientras el corazón me latía cada vez más y más deprisa, mientras mi cuerpo temblaba y los dientes castañeaban hasta tal punto de romper el silencio de la noche. De romperme en mil pedazos.
      Iba y venía mientras una y otra iban cayendo ya en mi almohada, al mismo tiempo que apretaba los ojos para dormirme antes. Era inútil. Era inútil aquello, y me levanté, medio aturdido me senté a esperar, y a esperar, y a esperar...
       Vuelve...

No hay comentarios:

Publicar un comentario