sábado, 28 de enero de 2012

    Echaba de menos el sonido del mar, hacia mucho tiempo que no volvía por aquí a escuchar las melodías de esta playa singular. Necesitaba que el frío rozara mi piel y erizara los pelos del brazo, que produjera ese escalofrío por mi espalda. Me senté en la fría arena, fría arena.

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