viernes, 23 de diciembre de 2011

Diminutos minutos.

Cuando dejo de ser yo, el sol deja de desprender su calor, y deja marchitar los últimos pétalos de otoño. Las nubes corren rápido, con violencia desafían un tiempo precioso por llegar. Dejo de sentir el suelo bajo mis pies, floto, floto, estoy flotando. No llovía, hasta que amanecimos después de ayer. Acorde tras acorde me acordé de recordar el último suspiro antes de agonizar bajo la nieve de este invierno. Somos el final del libro aun por leer en nuestra aburrida estantería.

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