Eran cerca de la una de la madrugada, y haberme quedado dormido a las siete de la tarde, no habia sido buena idea, pues estaba pagando las consecuencias de mi percance. Di mil vueltas, y nada. Derrepente, te escucho parlotear entre sueños desde el comedor. Me destapo lentamente, saco un pie tras otro sintiendo como el frio se introduce entre mis dedos al posarlos sobre el suelo. Me levanto inquieto y me dirijo a oscuras al comedor.
Allí estabas tú, con todo tu cuerpo estirajado en el sofa, con la cabeza levemente inclinada hacia atrás, soñando con tu carita de ángel. Enciendo la luz y me siento a tu lado. Recorro con mis dedos tu cabeza, tu cabello tan suabe... bajo hasta el pecho, y te acaricio de manera circular para que me prestes atención, pero sigues durmiendo. Te acaricio la nuca y te beso la frente, y puedo notar entonces como como has abierto un poco uno de tus hermoso ojos que dan señales de que te has percatado de mi presencia, pero no dices nada, continuas durmiendo cuando retiro mis labios de tu frente. Te miro, y sonrio instintivamente. "Te quiero tantisimo" es la frasé que me pasó entonces. Te acaricio el hombro y me dispongo a volver a la cama, pues es tarde, y yo tenía que madrugar al día siguiente. Me levanto cuidadosamente para no molestarte, me quedo quieto en el marco de la puerta para visualizarte por última vez esta noche. "Como te quiero" volví a pensar, apagué la luz y me fui a mi cuarto.
Vulvo a entrar en la cama, y aunque el calor que había dejado yo impregnado entre las sabanas habia desaparecido por el frío, era agradable sentir las sabanas resguardandome de este. Miro el reloj, siguen siendo cerca de la una, es imposible, el tiempo pasa demasiado lento. Doy media vuelta y tapo mi cabeza con el gran nórdico, y entonces, escucho tus pasos acercandose sigilosamente por el pasillo. "Ya vienes... como si te conociera". Pasas por la puerta sin pedir permiso, no pasa nada, tampoco te hubiera hecho falta. Y rápidamente te acuestas junto a mi, protegiendonos juntos del frío. Se que esto no durará siempre, pero no lo olvidaré nunca.
Te quiero.
Allí estabas tú, con todo tu cuerpo estirajado en el sofa, con la cabeza levemente inclinada hacia atrás, soñando con tu carita de ángel. Enciendo la luz y me siento a tu lado. Recorro con mis dedos tu cabeza, tu cabello tan suabe... bajo hasta el pecho, y te acaricio de manera circular para que me prestes atención, pero sigues durmiendo. Te acaricio la nuca y te beso la frente, y puedo notar entonces como como has abierto un poco uno de tus hermoso ojos que dan señales de que te has percatado de mi presencia, pero no dices nada, continuas durmiendo cuando retiro mis labios de tu frente. Te miro, y sonrio instintivamente. "Te quiero tantisimo" es la frasé que me pasó entonces. Te acaricio el hombro y me dispongo a volver a la cama, pues es tarde, y yo tenía que madrugar al día siguiente. Me levanto cuidadosamente para no molestarte, me quedo quieto en el marco de la puerta para visualizarte por última vez esta noche. "Como te quiero" volví a pensar, apagué la luz y me fui a mi cuarto.
Vulvo a entrar en la cama, y aunque el calor que había dejado yo impregnado entre las sabanas habia desaparecido por el frío, era agradable sentir las sabanas resguardandome de este. Miro el reloj, siguen siendo cerca de la una, es imposible, el tiempo pasa demasiado lento. Doy media vuelta y tapo mi cabeza con el gran nórdico, y entonces, escucho tus pasos acercandose sigilosamente por el pasillo. "Ya vienes... como si te conociera". Pasas por la puerta sin pedir permiso, no pasa nada, tampoco te hubiera hecho falta. Y rápidamente te acuestas junto a mi, protegiendonos juntos del frío. Se que esto no durará siempre, pero no lo olvidaré nunca.
Te quiero.
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