miércoles, 3 de noviembre de 2010
El inconsciente.
Involuntariamente, el cuerpo se acostumbra a la rutina. Te levantas, desayunas, te vistes, pones la radio, te peinas, coges la mochila y te vas. Pasas 7 horas, escuchando a profesores, con dos pequeños descansos donde calmas el hambre, y disfrutas de como el sol apacigua el frio exterior. Terminas la mañana, vuelves a casa, comes, te levantas y vas al ordenador. Te conectas, miras el tuenti... nada nuevo. Pasas la tarde haciendo deberes y poco más. Llega la noche, sigues mirando tontamente la pantalla, mientras de fondo tienes alguna de tus canciones, ya, cuando solo es muy tarde, decides apagar el ordenador y acostarte. Das una vuelta, otra, y otra más, y al final, acabas durmiendote. Sin saber el porque, a ti no te produce ninguna aversion todo esto, aparentemente, todo esta normal, no hay nada fuera de lugar, debes centrarte en lo primero, los estudios, los sentimientos, están de más. Piensas, que todo lo que pueda perjudicar a tu objetivo, el cual tu no has decidido, no es correcto mantenerlo. Pero tu, todo esto no lo sabes, el cuerpo, reacciona inconscientemente ante esto, y tu no puedes hacer nada, no puedes ponerte en su contra. Sientes cansancio, indiferencia y el frío qué cala tus huesos. Solo sientes esa pequeña chispa de interés, cuando ves que algo cambia en tu estupida rutina, pero tranquilo, que tu cerebro se encargará de producirte la culpabilidad, si provocas un gran daño a tu paso, para luego, con el tiempo, borrarlo y seguir, pues con eso. Con tu rutina.
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