Iba descalza, y caminaba con lentitud, sin prisas, tenía todo el tiempo del mundo. Lígera, como si volara, pasito a pasito iba paseandose, dejando su olor por todas partes. Dejó que sus casi imperceptibles dedos jugasen con la pared, acariciandola y dejando alli impregnada su presencia. Sabía bien hacia donde se dirigía, con pasos torpes prosiguió hacia su destino. Su pelo bailaba con cada paso, y se apolló contra la pared, dejando la cabeza totalmente pegada, abrió las palmas de las manos, y respiró hondo. Permaneció alli durante largo rato, respirando. Cerró los ojos, y dejó que las lágrimas se precipitaran contra el suelo. Y con los ojos cerrados, prosiguió su camino hacia el corazón, donde haría estallar en lágrimas a su victima.
No hay comentarios:
Publicar un comentario