Se levantó y con fuerza lo rompió en dos. Se lo quedó todo sin preguntar, sin repartir nada, incluso las pequeñas miguitas que cayeron fueron pisoteadas para que no quedara ni lo más minimo para nadie. Y prosiguió su camino, apretando con cada paso cada parte que ahora quedaba encerrada en sus puños. Oprimiendo primero la mano derecha, luego la izquierda, y así sucesivamente mientras yo observaba desde lejos sus lentos pasos alejandose de aquí...
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