viernes, 28 de enero de 2011

Again

Hacía bastante frío en aquella tarde. Me levanté y me dirigí hacia el antiguo baul que tenía en mi pequeña habitación. Me sente con las piernas cruzadas frente a él, mirandolo con delicadeza sus pequeños grabados de hojas y de relieves sin sentidos. Me recorrió un pequeño escalofrío por todo el cuerpo. Abrí el baul lentamente y miré con detenimiento su interior, entonces, como un gran relampago que me atraviesa, a la mente me vinieron segundo a segundo como imagenes que ves antes de tu último suspiro, todo un cúmulo de vivencias. Sacudí la cabeza con energía e introduje las manos con precisión entre tantos enreos que allí se encontraban. Sabía bien lo que andaba buscando, y lo encontré enseguida. Allí estaba, enfrente de mi, otra vez, esperandome. Tan metálica, de un color plata que brilla por si solo. Tan fría. Aquella caja me había prestado su ayuda tiempo atrás, y había tomado la decisión de volver a recurrir a ella, ahora vacía. Pasee mis dedos sobre ella. Sentía miedo, en aquel momento me invadió el miedo, calado hasta los huesos. ¿Estaba seguro de lo que iba a hacer? Sabía que cuando quisiese podría retroceder y volver a donde me encuentro, pero aun así, no estaba seguro de si quería hacerlo. Pero no lo pensé dos veces, y abrí la caja. En un instante, toda la habitación se enmudeció, y perdí la voz por un instante. Ya está, suspiré aliviado. Deje la caja otra vez en su sitio y me levante a mirarme al espejo. Fin, punto y a parte, pensé varías veces. Ahora vuelve a estar llena la caja, repleta de cada uno de los sentimientos que he depositado en ella, odio, tristeza, amor, alegria... todos y cada uno.

Clavé mis ojos en los de mi reflejo, y aparté una estúpida e insignificante lágrima de mi mejilla, la última que vería en un tiempo.

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