Tumbada boca abajo, escuchaba su
respiración desde el otro lado de la cama. Su pelo inundaba toda la almohada,
incluso llegaba a rozarme la nariz. Qué bien olía, su olor conseguía a veces
que me marease y perdiera el conocimiento un segundo. Me fijé que ya estaba
amaneciendo porque su piel ya resplandecía con el sol que se colaba por la
persiana. Tú también te percataste, porque entre quejidos te arrullaste y te
hiciste un ovillo. Y seguías durmiendo, como un gato. Me recordabas a un gato,
un gato blanco. Tenía delante de mí la más perfecta arpa de costillas. No pude aguantarme
y tuve que acariciarle, notando costilla a costilla en mis dedos. Que suave es.
Su piel es una mezcla entre dolor y perversión. No sé como estoy controlando
las ganas de rodearte con el brazo, de besarte en la nuca. De susurrarte de que
estoy aquí, no temas, eres fuerte. No estás sola.
lunes, 25 de marzo de 2013
miércoles, 13 de marzo de 2013
Y así será.
Porque mientras pensemos que somos eternos, todo irá bien.
Aun que bese mil inviernos, siempre te querré.
Aun que bese mil inviernos, siempre te querré.
martes, 12 de marzo de 2013
Si no duele, no es amor.
Si no duele, no es amor.
Es sólo una percepción, y no una
definición. Si empiezo con una rima, es que la cosa va bien. Considero que si
no sientes el típico pinchazo, no puedes denominarlo amor de verdad, me refiero
al que describen en tantas películas, si. Si no has sentido esas mariposas que
para mí es como revolver el estómago, náuseas y ganas de vomitar (que parece
que estoy describiendo un parto, pero no), entonces, quizás debas replantearlo.
Yo lo interpreto como cuando falta algo, cuando sientes un fuerte vacío. El
tiempo pasa muy despacio, y parece que todo a tu alrededor no existe. Es cuando
andas por la calle y de pronto tropiezas y vuelves a poner el tiempo en marcha
dos segundos antes de volver a caer. Y todo gira, y nada importa, porque
realmente lo que necesitas está justamente al otro lado. Y cuando no estás
durmiendo realmente no estás despierto, porque antes podías notar algo que te
decía que estabas ahí. Pero lo que más abundan son las faltas de aliento,
momentos en los que sientes que te están apretando el corazón con las manos y
no puedes respirar. Te ahogas. No sé, llamarme exagerado, pero es que llevo lo
poco de mi vida alimentándome de una idea que luego lamentablemente me
destrozan. Y si ya no lloras con la típica frase estrella de una canción, la
que te hace recordar algo, olvídate. Son los momentos en los que necesitas solamente
su abrazo, o decir dos simples palabras. Es justamente ese momento, en el que
sientes que lo que había antes bajo tu pecho ahora ya no está, se ha ido. Y te
das cuenta con ese dolor, que lo que sientes no es amor.
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