Cuando somos más jóvenes no nos damos cuenta, pero si te
sientas a mirar el cielo nocturno en el banco de un parque, te pasará como a mí.
El cielo dejará de parecerte tan infinito, y te fijarás más en los pequeños detalles
reales. Se terminarán las pequeñas ilusiones, despídete de los dientes de león,
de las estrellas fugaces que ahora se convierten en fuegos artificiales. Y
sobre todo, no te esperes ningún tren que coger a punto de partir, y mucho
menos un avión. Adiós a las películas, ahora debes mirar a tus pies, y ver el
suelo que pisas, repleto de cristales y colillas. Suciedad. Pero no todo es tan
horrible, siempre queda un buen libro, siempre y cuando no lo cojas de
historias imposibles. Ahora, es cuando te das cuenta que el tiempo pasa para
todos, incluso para ti.
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