sábado, 16 de julio de 2011



Me gustaba mucho verte dormir, podríamos decir que era uno de mis momentos del día preferidos. En verano me encantaba como el ventilador agitaba de vez en cuando uno de los mechones que descansaba junto a ti sobre tu cara, en invierno verte con el edredón hasta los ojos era algo especial. Verte andar con los pies desnudos por toda la casa me hacía sentir no sé porque, bien. Tu dulce sabor a café de por las mañanas conseguía mantenerme alegre durante todo el día. Hacerte rabiar era una de mis aficiones, mirarte y reírme sin ningún sentido, mientras tu desesperabas a preguntas que porque me reía. Era algo maravilloso. Cuando te asomabas al balcón y disfrutabas de las brisas, cerrabas los ojos y te dejabas llevar, como si te transportaran a otro lugar, hacia quererte un poco más. Verte devorar libros y libros era espectacular, podría pasarme toda la vida viéndote leer, no me cansaría. Cuando te veía suspirar me gustaba abrazarte, porque aunque no me lo dijeras nunca, sabía que te gustaba sentir alguien a tu lado. Lo sabía por ese escalofrío que tenías al rozarte. Lo que más me maravillaba, era como solamente tú podías hacerme sentir tan vivo, cuando me mirabas fijamente a los ojos sin pestañear y me decías que seguías aquí y que nunca marcharías.

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