De repente, sentí como algo me cogía del brazo, y me llevaba. Me asusté al
principio, pero pronto descubrí que no tenía nada que temer. Estuvimos viajando
por miles de lugares diferentes, por miles de ciudades, pueblos, bosques y
desiertos de todo el planeta. Me mostró lo grande y hermoso que podía llegar a
ser el mundo. Rápidamente, aparecimos en un lago, y allí estuvimos durante
horas y horas. Hablando, riendo, llorando. Los días, eran tan cortos, y las
noches tan especiales. Estábamos solos, y miles de estrellas nos observaban con
interés. Estuvimos una vida dándonos cuenta de millones de cosas. Nos miramos a
los ojos, e inevitablemente, me perdí en los suyos. Tampoco pude evitar
acercarme más. Tanto, que sentía su aliento sobre mis labios, y cuando me quise
dar cuenta, estaba solo mirando las miles de estrellas que me hicieron soñar.
Pero aún recuerdo, que solo entonces, el mundo se me hizo pequeño a sus pies.
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